Una dictadura no se vive, se sobrevive. Y cuando esa supervivencia ocurre en la infancia, la realidad se vuelve aún más confusa, más feroz, más devastadora. Mambo, libro finalista del Premio a las mejores obras literarias publicadas de Alejandra Moffat, nos cuenta la historia de Ana, una niña que crece en la clandestinidad junto a su familia en un bosque del Chile de los años 80.

Entre juegos, dibujos y códigos secretos, Ana descubre que la ternura puede ser un refugio, pero también un lenguaje frente al miedo. Porque tarde o temprano, incluso el juego más inocente termina por chocar con la verdad.

Una niña en un mundo demasiado adulto

Esta novela de Alejandra Moffat pertenece a la llamada “literatura de los hijos” que incluye a escritores como Nona Fernández o Alejandro Zambra, quienes vivieron su propia infancia durante la dictadura chilena y, por consiguiente, inscribe varias libros en los que se presenta una mirada infantil de este periodo.

Y es precisamente esa mirada infantil de la dictadura la que marca la pauta de la narrativa de Mambo. A través de los ojos de Ana (Anaconda, como le dicen sus papás) nos damos cuenta de que su familia vive en la clandestinidad debido a su disidencia. Recibimos la información como lo haría una niña, mediante vistazos de cartas que les son entregadas a sus papás, seguidos de estados de preocupación, aliento o profunda tristeza, según la naturaleza de las noticias.

La portada de un libro titulado "Mambo" de Alejandra Mofiat, con un diseño selvático y tropical.

Si bien, el ambiente de Chile bajo la dictadura de Augusto Pinochet ya estaba enrarecido por sí mismo, el hecho de estar criando no solo a una, sino a dos niñas al mismo tiempo, añade un velo de dificultad y sobre todo de mucho dolor a las circunstancias narradas.

Proteger la inocencia

En este ambiente tan hostil, los papás de Ana y Julia utilizan todas las herramientas que tienen a la mano para proteger la inocencia de sus hijas. Entienden que la infancia es una etapa crucial y que la inocencia es un tesoro y una protección a la vez.

Establecen reglas de comunicación como cambiar sus propios nombres, así como el de Pinochet —al que llaman “Águila”— no hablar con extraños, entre otras acciones con el fin de crear un mundo más habitable en el que se aligere un poco el peso del peligro latente.

Estas dinámicas llevan a las niñas a crecer en una especie de silencio que inconscientemente las va oscureciendo. Al ser conscientes del panorama completo, la vitalidad de sus padres se va apagando en el transcurso de la novela. El entusiasmo con el que proponían los juegos con los que enseñaban a sus hijas a esconder su vida cada vez es menor; y la angustia, la desesperación y la paranoia del avance político y la crianza que están obligados a llevar incrementa poco a poco.

El lenguaje de la ternura

El paso del tiempo en la narrativa de Moffat está medido principalmente por la voz de Ana. A pesar de ser una niña de principio a fin, la protagonista del inicio de Mambo no es la misma que finaliza el libro. Y es que el lenguaje de la niña que nos habla en el transcurrir de las páginas va cambiando poco a poco y va creciendo junto con el lector y con la novela.

Después de una dictadura en la clandestinidad, la inocencia de Ana sobrevive, pero no está intacta. Aprende —tal vez de una manera muy injusta para su edad— sobre la pérdida y sobre el dolor que esta conlleva. Mediante escenas en un lenguaje muy cinematográfico (Moffat también es guionista y dramaturga), la escritora nos enseña, a nosotros y a Ana a aceptar ese dolor.

Ella se da cuenta de que ha cruzado una línea de la que no hay retorno y esa línea es la realidad. Y es que una vez que somos verdaderamente conscientes de la realidad en la que vivimos, es que llegamos a la vida adulta.

Sin embargo, la constante tanto en la vida de Ana como en la novela es la ternura. Presente en el ave que adoptan en el bosque, en los juegos de los “enanos” que cambian las cosas de su hogar o en cómo mira a su familia desgastarse poco a poco, la ternura es la herramienta más valiosa de Ana. La ternura es la única que nos puede enseñar a habitar un mundo en el que solamente podemos seguir si aprendemos a vivir con las cicatrices de esa realidad.

Fotografía de la escritora chilena Alejandra Moffat

Mambo es una declaración dulcemente punzante de que incluso en los contextos más oscuros, la ternura puede ser un acto radical de resistencia. En la historia de Ana, la infancia es un territorio que se intenta preservar a toda costa frente al avance brutal de la historia. Alejandra Moffat nos muestra una forma de mirar el mundo desde la fragilidad, sí, pero también desde una fuerza que se gesta en lo cotidiano, en los afectos mínimos, en las pequeñas invenciones con las que se sobrevive a lo insoportable.