La literatura y los elementos simbólicos van de la mano como una pareja de enamorados en el día de San Valentín. Los autores utilizan objetos, animales, colores y hasta personajes para agregar a sus obras una representación física de la temática recurrente o mensaje principal que tratan de comunicar con las mismas. Un Leitmotiv, por así decirlo, que funcione como un vehículo para llevar a la audiencia hacia una mejor comprensión lectora.

Así como hay ocasiones en las que algunos de estos símbolos trascendieron las páginas para volver una parte de nuestra cultura moderna, también hay casos en los que al autor se le haya, paradójicamente, pasado la mano al poner sutileza en su uso. Para esos casos, te explicamos en esta lista qué significa cada uno de estos símbolos en sus obras (y así puedas evitar el infortunio de inscribirte a la carrera de Letras)

1. La ballena blanca: Moby Dick – Herman Melville

Iniciando con uno de los elementos simbólicos más reconocidos de la literatura universal (proveniente de un libro que, irónicamente, muy pocos han leído a pesar de conocer detalles de su historia, yo incluido), la ballena blanca en Moby Dick representa la obsesión. En esta novela de aventuras, Melville nos habla sobre la lucha del hombre, tanto contra la naturaleza como el destino.

La ballena blanca, un animal elusivo y poderoso, sirve para mostrar la naturaleza incontrolable y desconocida de la existencia. Sin embargo, en la actualidad le hemos dado un giro un tanto más positivo que el que Melville expresó en su obra. Mientras que el capitán Ahab perseguía obsesivamente a Moby Dick impulsado por una sed de venganza, hoy en día, el decir que uno está “persiguiendo una ballena blanca”, se puede interpretar como la determinación en cada persona de alcanzar una meta aparentemente no obtenible, sea cual sea su índole.

2. Pavorreales: Orgullo y prejuicio – Jane Austen

A pesar de que su presencia en Orgullo y prejuicio no es exactamente lo que se le podría llamar recurrente (para ser sincero, no puedo recordar con exactitud una ocasión en la que estas aves hayan aparecido en la novela), múltiples editoriales han elegido el símbolo del pavo cristatus para representar la aclamada obra de Jane Austen, plasmándolo en la portada de la obra y relacionándolo con su identidad. ¿Por qué será esto?, te preguntarás.

Podríamos irnos con la respuesta sencilla de que, así como la pluma de Jane Austen, este animal es considerado como elegante y refinado. Podríamos también considerar que estas aves se utilizan seguido para representar la riqueza y sofisticación.

Por mi lado, tengo una explicación más sencilla: la majestuosidad del pavorreal ha hecho que, popularmente, la gente considere a este animal como uno de naturaleza orgullosa, asociado con la vanidad y el egocentrismo. Sin embargo, como te podrá decir cualquier persona que haya tenido un encuentro cercano a estas aves, el pavorreal es en realidad un ser noble, de naturaleza dócil y apacible, lo que convertiría la evaluación anterior en un prejuicio de nuestra parte.

3. La luz verde: El gran Gatsby – F. Scott Fitzgerald

La obra maestra de F. Scott Fitzgerald, El gran Gatsby ambientada en la época conocida como los rugientes veintes, nos presenta al personaje titular como un hombre melancólico, quien trata de esconder la tristeza anidada en su corazón, a través de fiestas extravagantes y hedonismo. Para Gatsby, eso que más añora está justo fuera del alcance de sus manos, representado por una luz verde emitida desde el muelle donde su amada, Daisy Buchanan’s espera.

La novela repetidas veces enfatiza a Gatsby tratando de agarrar la luz, pues esta representa un sueño inalcanzable, tal como lo es el conocido “sueño americano” que tanta gente iba buscando en la época en la que esta obra está ambientada.

4. El ojo de Big Brother: 1984 – George Orwell

Mucho más que un reality show, Big Brother es la representación de un gobierno opresor y autoritario, que somete a sus ciudadanos a través de la vigilancia y el control de la información en la distopía de 1984.

Mostrado en espectaculares y pantallas, la frase “El Gran Hermano te está observando”, se muestra como una fuerza omnisciente, todopoderosa y omnipresente, que aplasta las libertades personales, crea una atmósfera de paranoia y refuerza la idea de que, en el ámbito de la novela (y lamentablemente, parece ser, en la vida real), no hay escapatoria para la opresión.

5. La caracola: El señor de las moscas – William Golding

Al comienzo de El señor de las moscas, esta historia sobre niños quienes naufragan en una isla desierta, dos de los integrantes del grupo encuentran una caracola, la cual prontamente hacen sonar para reunir al resto de los supervivientes. A partir de ese momento, la caracola tiene la función de darle la palabra a quien la posea durante sus asambleas, así como de símbolo de autoridad.

La caracola, en este contexto, representa el orden y la democracia entre el grupo. Sin embargo, mientras avanza la historia y los niños comienzan a descender hacia el salvajismo, la pérdida de la caracola se vuelve una metáfora para el colapso de la sociedad civilizada.

6. El cuervo: El cuervo – Edgar Allan Poe

Con su repetida frase de “Nunca más”, el cuervo en el poema gótico de Edgar Allan Poe atormenta al protagonista con el constante recuerdo de su duelo e incapacidad para escapar la asfixiante tristeza. La sombría ave, entonces, viene a representar la presencia de la muerte. No como un presagio, sino como una memoria que tortura al narrador. Es la tragedia de la permanencia de la muerte, el constante recordatorio de haber amado y perdido, lo que hace a este poema tan espeluznante.

7. El perro rabioso: To kill a mockingbird – Harper Lee

No se puede subestimar la irracionalidad humana, así como el peligro de un perro con rabia. En la novela de Harper Lee, To kill a mockingbird, el padre de la narradora, Atticus Finch, se ve obligado a acabar con la vida de un perro rabioso que amenaza a sus hijos y los otros habitantes de su pueblo. Es este hecho que cimienta al perro rabioso como una metáfora para el racismo. Así como la rabia, el racismo crea odio y agresividad irracional.

Asimismo, el racismo como la rabia son contagiosos de no ser tratados en sus etapas tempranas. Es de la misma manera que, en la novela, Atticus sale a enfrentar al perro rabioso, y se enfrenta también con la amenaza del racismo que pone en peligro a su comunidad. El acto de acabar con la vida del perro rabioso, sirve también para representar su obligación moral de enfrentarse a la injusticia y defender a quien no puede defenderse a sí mismo.